En la segunda mitad del siglo XIX en el borde sudeste de la capital, en terrenos pantanosos y anegadizos, comenzó a formarse una aldea de características únicas e irrepetibles, con preponderancia de inmigrantes de diversas procedencias aunque, mayoritariamente italianos. Por su ubicación geográfica recibió el nombre La Boca del Riachuelo de los Navíos y en pocos años alcanzó un importante desarrollo social, económico y cultural pese a las adversas condiciones originarias. Fue el 23 de agosto de 1870 que alcanzó su propia autonomía al crearse el Juzgado de Paz de La Boca del Riachuelo, motivo por el cual se instituyera el Día de La Boca por la ley 944, sancionada el 5 de diciembre de 2002 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y desde aquella margen del Riachuelo y en medio de la policromía de casas de madera y chapa surgió el barrio de mayor nombradía de Buenos Aires y Argentina en todo el mundo. Porque La Boca del Riachuelo fue desde su origen tierra de pasiones con profunda raigambre. La pintura y las bellas artes en general de la mano de Alfredo Lázzari, Benito Quinquela Martín, Fortunato Lacámera, Miguel C. Victorica, Miguel Diomede, Marcos Tiglio, Juan C. Miraglia y José L. Menghi. El tango, consagrado en el arrabal de Súarez y Necochea, donde surgieron Juan de Dios Filiberto, Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Juan Bautista Deambroggio, los hermanos Greco, Francisco Canaro y el mítico dúo Gardel-Razzano en Olavarría y Brown. El fútbol y sus dos grandes y más populares escuadras River Plate – que se mudó de barrio- y Boca Juniors que sigue reinando al latido de la Bombonera de la Ribera. La típica gastronomía xeneize, la fugazza con queso, la pizza de cancha, el fainá, los strascinatti al pesto que hicieron las delicias de propios y extraños. Los carnavales con sus murgas y las fiestas religiosas y devociones a la Mandonna. Y el Puente Trasbordador enorme ícono barrial, Caminito y su teatro al aire libre, las cantinas de la calle Necochea. La Boca es eso y mucho más, es alegría y es nostalgia. Es recuerdo y es compromiso. Es pasión y es fidelidad. La Boca es eterna, parafraseando a Jorge Luis Borges se hace cuento que alguna vez empezó La Boca; porque como dijo Julián Centeya “cuando vinieron a fundar La Boca…La Boca ya estaba”. Diego Barovero

El viernes 8 de agosto y en el marco de los festejos por el Mes de La Boca, el barrio celebró los 120 años de su primera plaza pública: la Plaza Solís. La iniciativa de la Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo fue recogida en un proyecto del diputado Oscar Moscariello que fue aprobado por unanimidad de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires disponiendo la colocación de una placa recordatoria como homenaje al anivesario. En el acto se hicieron presentes representantes de diversas instituciones y entidades del barrio, artistas plásticos, funcionarios de gobierno y vecinos. El acto contó con la palabra del diputado autor del proyecto Oscar Moscariello y el doctor Diego Barovero por la Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca. A cotinuación ofrecemos una breve reseña histórica de la Plaza Solís. Plaza Solís. Cumple 120 años la primera plaza de La Boca. Escribe Diego Barovero* El 9 de julio de 1894 Buenos Aires se engalanó para celebrar un gran acontecimiento: la inauguración de la Avenida de Mayo. Sin embargo, un día antes, el 8 de julio La Boca del Riachuelo vivió su propia fiesta. En la manzana delimitada por las calles Suárez, Santa Teresa (hoy Ministro Brin), Olavarría y 119 (hoy Sebastián Caboto) se inauguraba la Plaza Solís. La gestión había sido iniciada por el vecino Santiago Ferro, que incluyeron un pedido de entonadas décimas por el celebérrimo payador de las dos orillas del Río de la Plata Gabino Ezeiza en 1892 ante el intendente municipal Francisco Bollini, quien dispuso el inicio de la obras. Dos años más tarde su sucesor Federico Pinedo inauguraba la primera plaza del barrio de La Boca. Desde aquella inmarcesible jornada la Plaza Solís fue hito y epicentro de numerosos y significativos acontecimientos y marco propicio para el prolífico desarrollo de las más variadas actividades humanas que siempre caracterizaron a la populosa barriada ribereña. En 1895 en la esquina de Olavarría y Ministro Brin comenzó a funcionar el magnífico Mercado Solís. Y algunos años más tarde, el 3 de abril de 1905, un grupo de muchachos soñadores dio el puntapié para el nacimiento de una señera institución barrial con proyección internacional: el Club Atlético Boca Juniors. El entorno de la Plaza Solís señala la proliferación de interesantes y variados ejemplos de las típicas casas boquenses de chapa y madera, que lucen aún orgullosas la policromía impulsada por Benito Quinquela Martín como hito característico del barrio. Las celebraciones de Nochebuena y Año Nuevo trascendían los límites del espacio privado, ya que las mesas para la cena familiar se tendían generosas en las veredas o directamente en la calle o la mismísima plaza, como lugar de encuentro y festejo común. Diz que en aquellos primeros años del siglo XX el tango nacía, orillero, entre La Boca y Barracas. Y, originario de aquel reducto, brillaba entre otros el indeleble bandoneonista Juan Bautista “Bachicha” Deambroggio, a quien nada menos que Carlitos Gardel grabó en París su “Bandoneón arrabalero”. En la intersección de Suárez y Caboto, el 15 de enero de 1949 nació la Agrupación Humorística Los Nenes de Suárez y Caboto que hizo las delicias de los niños y los no tan niños en los populares y recordados carnavales boquenses. En el N° 74 de Suárez vivió por muchos años el eminente pintor Miguel Diomede, ganador del Premio Palanza y académico de Bellas Artes. La esquina noroeste de Suárez y Caboto es sede del tradicional café y restaurante (que se inició en los años 30 como almacén y despacho de bebidas de la mano del matrimonio español compuesto por Manuel Pazios y María Servando) La Buena Medida, que desde 1972 regenteó don Angel “El bebe” Schiavone, y actualmente su hijo Antonio (o Tony, para sus amigos del barrio). Ese local fue escenario de la filmación de dos singulares películas del cine nacional: “Los muchachos de mi barrio”, de 1970, dirigida por Enrique Carreras y protagonizada por Palito Ortega, Javier Portales, Juan Carlos Altavista y Evangelina Salazar; y “Un oso rojo”, de 2002, dirigida por Adrián Caetano y protagonizada por Julio Chavez, Soledad Villamil y René Lavand. En los tiempos de actividad portuaria los altos de esa esquina fueron sede de un sindicato naval y luego atellier de otro célebre pintor boquense, Manuel González Lázara, uno de los maestros fundadores de la Agrupación Gente de Arte y Letras Impulso. *Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo.

Parece cuento, pero hacia fines del siglo XIX en el borde sudeste de la ciudad capital, en terrenos pantanosos y anegadizos, una aldea o casi un pueblo con características propias, únicas e irrepetibles, con preponderancia de inmigrantes italianos, en su mayoría genoveses, estaba destinada a ser tierra de pintores. La zona, que por su ubicación geográfica obtuvo como nombre el de La Boca del Riachuelo de los Navíos, alcanzó en poco tiempo un significativo desarrollo social, económico y cultural pese a las adversas condiciones originarias, llegando a obtener reconocimiento mundial gracias a que entre sus límites surgió una auténtica escuela que revolucionó las bellas artes, no sólo de Argentina. Desde aquella margen del Riachuelo y en medio del paisaje multicolor de casas de madera y chapa se renovó conceptualmente la pintura nacional y trascendió sus fronteras reales e imaginarias de la mano de figuras indelebles como Alfredo Lazzari, Quinquela Martín, Fortunato Lacámera, Miguel C. Victorica, Miguel Diomede, Marcos Tiglio, Juan C. Miraglia, José L. Menghi, Juan A. Bassani, Alonso Casellas, Aldo Severi y Rómulo Macció, entre muchos otros. En ese proceso tuvo vital protagonismo la Agrupación Gente de Arte y Letras Impulso, fundada por muchos de aquellos grandes maestros el 23 de marzo de 1940 y que desde el mágico y húmedo barracón de la calle Lamadrid al 300, entre la mítica calle Necochea y la Avenida Brown, a pocos pasos de la legendaria mole de hierro del Puente Trasbordador, realiza su invalorable tarea desde hace tres cuartos de siglo. Diego Barovero, Horacio Spinetto