En la vigésima segunda edición del Diccionario de la Lengua Española – Editado por la Real Academia Española leemos: club (del inglés club). Sociedad fundada por un grupo de personas con intereses comunes y dedicada a actividades de distinta especie, principalmente recreativas, deportivas o culturales.

Con respecto a los clubes porteños la mejor definición la encontramos a nuestro parecer en las palabras del recientemente desaparecido jugador de fútbol de Boca y Atlanta, Ángel “Anyula”  Lapresa en el libro “DE LA BOCA....UN PUEBLO” cuando dice “el Club Brisas del Plata fue uno de los primeros, entre otros veinte”, pero afirma que más tarde llegaron a ser cien, con su peculiar y elástica constitución de grupos de pocos. “Unos veinte alcanzaban para constituir el club, y de allí se tenía una plataforma de arranque para el juego de la pelota, las reuniones, y sobre todo los bailes, como también para las trifulcas entre ellos, que no pocas veces terminaban a trompazos, para luego reciclarse en una competencia constante que se reflejaba en el fútbol finalmente”. Lapresa cree que lo que cimentaba la unión era una cuestión de proximidad, que hacía que juntos limpiaran el trozo de potrero que se adjudicaban, se rellenaban los pozos y lo mantuvieran limpio para el juego. Después venían largas horas juego, las recorridas por la ribera, las bromas, y las broncas. Los amores cruzados.

Intentaremos graficar explícitamente los argumentos por los cuales, en un añorado pasado no tan distante, La Boca fue entre muchas otras características elementales, un mosaico de clubes de variado modelo y costumbres. Si en ocasiones no se aportan significativos datos, el leitmotiv de tal anomalía debemos adjudicárselas a las frecuentes inundaciones que hasta hace poco nos tenía en jaque a todos los boquenses y que lograron deteriorar imprescindible documentación. Otro factor perjudicial fueron los incendios que aquejaban a los pobladores de tan endebles viviendas.       
                
            En las postrimerías del siglo XIX, en la intersección de la Avda. Pedro de Mendoza con la entonces calle Australia, actual Benito Quinquela Martín, la familia Cichero mandó construir la primer casa de material del barrio. Esta propiedad con el tiempo pasó a conocerse por el “Palacio Cichero” mansión que frecuentaron varios presidentes argentinos y que tras permanecer en pie por más de cien años, en 1973 cayó bajo la implacable piqueta de la demolición.

            Y es en este hito de la personalidad de los boquenses que comenzaremos nuestro imaginario periplo. Allá por la década del cuarenta, en los altos de ese específico edificio, abría sus puertas el club “JÚPITER”.

En las asiduas veladas danzantes que en sus salones se organizaban en la temporada estival, las parejas se asomaban en sus amplios balcones para gozar la brisa proveniente de un  laborioso y pintoresco Riachuelo de los Navíos, muy diferente del actual, y ostentando como escenografía de fondo al vetusto trasbordador de la Avda. Almirante Brown y el flamante puente Nicolás Avellaneda.

            En esos mismos balcones dos maestros de la pintura argentina, Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacámera,  plasmaron en el lienzo su majestuoso paisaje pletórico de floridas macetas y silentes interiores. Y no quedaron al margen otros talentosos inquilinos de esa casa, Benito Quinquela Martín y el escultor Julio César Vergottini.

            A escasa cuadra, situaremos al club “SPORTIVO CALIFORNIA”, así bautizado porque lo instauraron el 1° de marzo de 1942 en California 785. Su enseña representativa era el verde y blanco. Por último arrendaron en Del Crucero 1696, tras cartón denominada Enrique del Valle Iberlucea, actualmente Comandante Francisco Carbonari. En los carnavales partía de allí bulliciosa comparsa que recorría los diversos corsos vecinales para alborozo de todos los “zeneixes”.

            California, fue la inicial del catastro barrial a la cual en 1939 se le levantó la cota, tratando así de mitigar los efectos de las usuales crecidas. Los ruinosos adoquines fueron desplazados por moderno empedrado que la convirtieron en la princesa de las arterias de la zona. El colosal hueco que quedó en el baldío del N° 823 fue rellenado con sedimento de mármol proveniente de la cercana factoría de la familia Petrone. La viscosa, húmeda y ambarina materia al solidificarse derivó en particular piso para cancha de fútbol, donde operaron las imaginarias oficinas de tres añejos clubes:

            “EL TRÉBOL” rótulo copiado del sensacional cuarteto de polo. Su casaca era vulgar imitación de la del club Ferro Carril Oeste.

            “ANUBIS”, presidido por Antonio Casal, novel cabo del Ejército Argentino, un delirante de la mitología egipcia quien, apoyado en la ventana de la cocina, dirigía técnicamente a sus jugadores. Su camiseta, burda copia, de la del C. A. River Plate. Razón por la cual algunos pibes, simpatizantes de Boca, nos negábamos a integrarlo.  

            “RIACHUELO JUNIORS”, lucía en su camiseta dos hemisferios verticales, uno verde y el otro blanco. El 7 de agosto de 1948, festejando los seis meses de vida, organizó un baile con grabaciones en la “Unión de La Boca, Olavarría 636, batiendo todos los record de concurrencia y  recaudación. Y al anunciar por los  altoparlantes la victoria de Delfor Cabrera en la Maratón Olímpica de Londres  lo ovacionaron un par de minutos y qué relevancia le brindaba la juventud de entonces a los deportes pedestres, que izo facto los memoriosos recordaron que en similar data de 1932, en Los Ángeles (Norte América), Juan Carlos Zabala, “el Ñandú Criollo”, había triunfado en análoga prueba. 

            A causa de las reducidas dimensiones del potrero, las escuadras se formaban a razón de 7 hombres por bando.

            Estos tres equipos tuvieron por arquero a Roque Spano, un joven que desde la infancia, por un accidente tranviario, tenía ambas piernas amputadas a la altura de las rodillas. Su elasticidad y la ciclópea fuerza de sus brazos le permitían descollar bajo los tres palos.

Cuando los desafíos revestían visos de seriedad y conforme a los reglamentos, los equipos salían a la contienda con 11 integrantes. Se alquilaba el óptimo field de “BOCA ALUMNI”, en la fronteriza Isla Maciel allende el Riachuelo, que vadeábamos gracias a los botes que prestaban ese servicio en la Vuelta de Badaracco.

            Otras de las canchas rentables, “LA COLORADA y “DUPERIAL” sitas en Sarandí en las cercanías del Viaducto. Los terrenos de la última eran propiedad de la empresa multinacional de igual denominación. Ambas colindaban con el actual estadio del Club “ARSENAL” inaugurado el 27 de agosto de 1964 bajo la presidencia del señor Julio Humberto Grondona quien, asimismo, de 1979 rige los destinos de la Asociación del Fútbol Argentino.

            En California 905 y en el 911 ancló la “UNIÓN VECINAL CALIFORNIA” concebida el 6 de abril de 1941, entidad que durante décadas tuvo a su cargo la organización del bullanguero corso de esa calle en el tramo comprendido entre las de Garibaldi y Alvar Nuñez.

Fue su original presidente Oscar Ferri, un fulano en exceso severo, acérrimo enemigo en lo de permitir el ingreso a los menores de 18 años. Era tanta la inquina que la muchachada acumulaba, que reiteradas veces, le prendieron fuego al caballete de arpillera que daba a publicidad sus actividades.

Frente a su acceso nos deleitábamos con las películas que, del interior del vehículo municipal adaptado a tal objeto, proyectaban en improvisado telón enclavado en medio de la calzada. Y si eran repetidas, canchereando nos colocábamos  en la parte de atrás para leer las leyendas al revés. Celeste y blanco, fueron los matices de su bandera y asimismo los de los brazaletes que identificaban a sus directivos en las noches de Carnaval.

Allí se dieron cita el actor Tomás Simari, el director teatral Cecilio Madanes, el cantor Teófilo Ibáñez creador del vals La Vieja Serenata y Francisco Peña el compositor de los valses “A mi madre” y “Olga” y que musicó la primaria marcha de la institución. La segunda versión la compuso Juan De Turris, notorio ejecutante del bandoneón. Y que junto a José “Pepe” Saladino, otro de los grandes animadores de los Carnavales, formaban la dupla de “tanos” de la comparsa La Debilidad de La Boca.       

           

A la vuelta de la esquina bajo el N° 733 de la hoy calle Dr. Carlos F. Melo, vino al mundo una señera figura del cancionero menor, la señora Rosita Quiroga. Y en la planta baja tenía su asentamiento el club “13 de MAYO”. Dada la profusión de los días patrios celebrados en ese mes, muchos se preguntaban a cuál correspondía, ignorando que simplemente portaba por título el de su creación en 1932.
           
En las milongas que se armaban en su ancho patio supieron garabatear sus baldosones bailarines de la talla de Pepito Avellaneda y un tal Cuaranta que con cortes y quebradas cautivaba a la concurrencia. Como dato ilustrativo manifestaremos que este milonguero era hermano de Ricardo Blanco, el vocalista de la orquesta del maestro Miguel Caló.

            En el entrepiso vivía don Ulises Baadi, su primer autoridad, que la yugaba de capataz en los Astilleros Mianovich de la Isla Maciel. El 23 de agosto de 1948 en el cine Iguazú se estrenó la cinta “EL CANTOR DEL PUEBLO”, cuyo elenco encabezan Roberto Quiroga y Tito Lusiardo. Escenas laborales fueron filmadas entre los cascos de buques en reparación y en ellas aparecía de extra.

            Entusiasmado, día a día se tomaba la molestia de averiguar en qué biógrafo la exhibían y se paseaba ufano por el hall para que la gente advirtiera su presencia.    

            Poco antes de su cierre definitivo solía recalar por allí un sujeto lungo y flaco  que juzgábamos un boncha para los naipes, siempre presto a gatillar las copas perdidas.

Hasta que cierta tarde otoñal hastiado por las cachadas, pidió un mazo de cartas nuevo y tras barajarlas a infernal ritmo  sin mirarlas y valiéndose del tacto, adivinó las cuarenta. Transcurrido algún tiempo y cuando ya no frecuentaba ni el club ni el barrio a su foto la escracharon diarios y revistas con el epígrafe de fullero internacional requerido por Interpol. Las anécdotas continúan pero plagiando a remanyado periodista televisivo “mejor lo dejamos ahí”.

            Y mostrando las dispares facetas que avalaban a tales asociaciones es menester recalcar que tuvo su compañía de “Boy Scout”, que realizaban los campamentos y su entrenamiento en Puerto Piojo, en el Dock Sud. 

            Todo indicaba que California poseía el prodigio de aglutinar a diferentes entes. En el 1002, funcionaba el almacén de los Asprea y en sus puertas siempre se asomaba algún pibe campaneando embelesado la destreza con la que ese anciano de canosa melena, tejía las redes que se colgarían en los arcos del estadio de Boca Juniors.

            En la planta alta un enlozado letrero anunciaba “CLUB ESTRELLA POLAR”. Si la memoria no me falla su meta la custodiaba Agustín Vacarezza, un patriarca del fútbol de ascenso.


Y merecían contemplarse las maravillas que realizaba Santiaguito Pezza que jugaba descalzo y pateaba los penales de changüí, como batían en los años 30 a la que ahora los comentaristas deportivos llaman rabona. Lástima que, el no adaptarse al uso de botines con tapones, lo imposibilitó dedicarse al profesionalismo.

            Aunque en distintas épocas, por rara coincidencia, Agustín Vacarezza y Santiago Pezza se domiciliaron en el inquilinato de California 832.

            En el 1075 de Coronel Salvadores se asentaba del club Deportivo y Cultural “PLAZA BROWN”, originado el 20 de diciembre de 1935, su pulcra camiseta era verde oscura y una  banda blanca le cruzaba el pecho.  En California 1098 estaba el café de los “FERRÍN”.

De allí iniciaba su marcha la inconfundible comparsa “LOS CAÍDOS DE LA HIGUERA” integrada en su casi totalidad por los socios del club y dirigida por Vicente “Bichito” Laganá, un genio del espectáculo. Uno de sus cofrades fue el boxeador Enrique Felpi de mediocre campaña en el Luna Park y en el Madison Square Garden de Nueva York.
           
A simple vista impresionaba su parecido físico con el actor Luis Sandrini a quien se complacía en imitar. Era tal su semejanza, que circulaba la versión, nunca confirmada ni desmentida, que en la película “PELUQUERÍA DE SEÑORAS” estrenada el 12 de noviembre de 1941 en el cine Monumental, las escenas de pugilato fueron interpretadas por el bonachón de Enrique y no por el notable bufo.

            Tras la temprana desaparición física de “Bichito” la agrupación pasó a llamarse “LA GRASERÍA” y volvió a repetirse lo de la analogía entre un deportista y un astro cinematográfico.
           
A Antonio Stauskas, a la sazón half izquierdo del Club “HURACÁN”, le bastaba maquillarse simulando un ojo en compota, para ser la imagen fiel de Kirk Douglas en el rol del torturado pugilista del film “CHAMPION”,“El Triunfador”(1949).

            En esa heterogénea esquina porteña que entrelaza las calles Carlos F. Melo; Coronel Salvadores y Vespucio, existía la antigua y acreditada FARMACIA CANET. Y con dicho patronímico, la barra que en ella paraba decidieron bautizar a un fenomenal club futbolero. Desecharon fijarle certera fecha de iniciación y tomaron por emblema los colores rojo y blanco que los utilizaban en dos camisetas, las del C. A. River Plate y la del Club Estudiantes de La Plata.    

            De sus filas surgieron nombres de famosos cracks: Antonio Iácono (Banfield); Nicolás Federzuk (Chacarita Juniors); Juan Marcelo Grillo (Independiente y Boca Juniors);  Alberto Castronovo (Independiente, cedido al “Deportivo Cali” de Colombia donde se radicó) y Francisco Perroncino (Boca Juniors; Gimnasia Esgrima La Plata y de fugaz suceso por el fútbol lusitano).
            Ochava que vistió su máximo esplendor el 14 de mayo de 1953 cuando su hijo pródigo Ernesto “Coco” Grillo le señalara dos goles a los ingleses, en la Herradura de Nuñez,  uno de los cuales, el del provisorio empate, hizo brincar de su platea al Gral. Juan Domingo Perón, Presidente de la República. Tanto fue que, por su inusitada creatividad, los británicos, inventores del balompié, calificaron de “gol imposible”, ya que en vez de shotear al arco debió enviar un centro.

            Esa fecha con el deshojarse de los calendarios, merced a su trascendencia, se la eligió para la instauración del DIA DEL FUTBOLISTA ARGENTINO.

            Si reanudamos nuestra alegórica ruta por la comprimida calzada que a causa de los rieles del Ferro Carril Sur nos depara Vespucio, a escasos 200 metros en su bifurcación con la de la ex Australia, hoy día Benito Quinquela Martín,  nos encontramos con el coqueto sitio del Club “EL RUBÍ F.C”.

De purrete, no cabía en mi sesera el rígido proceder policial cuando en las tórridas tardes de Carnaval hacíamos saltar “la bomba”, prosaico mote que le adjudicábamos a los artefactos que Obras Sanitarias de la Nación tenía colocados en las veredas en los cuales los bomberos enchufaban sus mangueras en caso de eventuales siniestros. Y recién me desayuné de sus sobradas razones durante el pavoroso incendio del 26 de febrero de 1952 (martes de Carnaval), que se fagocitó gran parte de la manzana comprendida por la calles Vespucio, Australia, Alvarado y Dr. Carlos F. Melo, ya que las tomas para combatirlo carecían de presión. Al respecto al día siguiente informó el matutino “Clarín”:

INCENDIO EN LA BOCA”: Dejó sin techo a 112 familias. Ardieron cinco inquilinatos, no se registraron víctimas. Cuando el incendio alcanzó su mayor magnitud se hallaban en acción 120 bomberos de dos dotaciones del Cuartel Central, una de Barracas y otra de Corrales, las que operaban dos escaleras mecánicas. También intervenían una dotación de Bomberos Voluntarios de la Boca al mando del Comandante Marcos Villaza y una de la Vuelta de Rocha encabezada por el Segundo Comandante Aurelio Carbonari.

Una dificultad se presentó también en la lucha contra el fuego, al comprobarse la escasa presión del agua. Sin embargo el Prefecto Aníbal Horacio Silva, requirió la colaboración de la Draga 336 surta en la Isla Demarchi que atracó al muelle con la ayuda de los vecinos. Desde ese momento, se contó ya con suficiente agua para alimentar las líneas.”

De aquel entonces arrastro fastidiosa molestia en mis cervicales a raíz del esfuerzo realizado al socorrer en el retiro de los muebles y demás enseres domésticos a gente amiga.

Uno de los pocos vecinos que salieron indemnes fue don Antonio “Carbunín” Cerrotti, quien estampara su rúbrica con letras de oro en el libro de la historia mundial del fútbol la tarde del 5 de marzo de 1925 en Vigo (España) contra el Celta de dicha ciudad, al convertir el primer gol argentino en canchas de la Vieja Europa.

 Las implacables llamas en su destructor afán redujeron a cenizas a tan recordado y añorado club “RUBÍ F. C.”. Cuyos tonos, un calco de los C. A. River Plate demostraban la pasión sentida por los equipos de la Primera División. Resultaba tragicómico relojear la suma de los fisgones que atónitos observaban las luengas llamaradas, eran las mascaritas y los disfrazados que iban o retornaban del aledaño y jaranero corso de la calle California.

Proa al norte, con idéntico rumbo y literal calzada, las vías del tren, dejando a la cola Vespucio, adquieren otro itálico apellido Garibaldi. Conectaba, otrora, Casa Amarilla con Entre Vías, en el Partido de Avellaneda. Por estas vías supo circular el tren de pasajeros “MAR Y SIERRA” que unía la ciudad de Mar del Plata con la mediterránea Córdoba.

En ese trayecto, al marchar a tranco de hombre, se producía una pasmosa simbiosis entre los viajeros y los vecinos. Unos, levantando las ventanillas de los vagones y los otros, abriendo sus ventanas o asomándose a los balcones, se saludaban sonrientes. En el paso por las esquinas, los automovilistas descendían de sus vehículos para estrechar las manos de los pasajeros.

A partir de 1943, en el 1455 de dicha artería tuvo su ámbito el club “CLARÍN”. Y un entrañable amigo, Oscar “Cholito” De Candia, marino mercante, patrón de remolcador, era el encargado de su cuidado. Tarea en la que ponía en práctica sus habilidad manual. Sus colores representativos fueron los de la camiseta del C. A. River Plate, uno más y van, fehaciente testimonio que los “Millonarios” nacieron en La Boca y que su apertura fue coetánea del apogeo de la delantera apodada La Máquina.      

Proseguimos con el Club Social y  Deportivo “ZÁRATE”, creado el 1° de agosto de 1929. Su divisa era tricolor blanca, roja y azul. Los habitúes se dedicaban con exclusividad a la práctica del basketball. Su cancha estaba ubicada en Del Crucero 1257, casi esquina Magallanes, a la vera de la universalmente conocida Vuelta de Rocha y tenía la particularidad que medio terreno le pertenecía al club y el resto al Ferro Carril Sur. Sería arduo de explicar el conflicto entablado por la creación de la calle “Caminito”. Sí es meritorio subrayar que, cuando el señor Cecilio Madanes creó el teatro de similar denominación, actores y actrices usaban sus vestuarios a modo de camarines.            

En Magallanes 1040, en la contigüidad de la envasadora de productos oleaginosos de José Piccardo el 22 de febrero de 1943 comenzó el club “MARINA”. Su casaca dividida en dos sectores verticales, uno celeste y el otro blanco, había sido tomada de la lata del aceite comestible “MARINERO”. El industrial antes mencionado las oficiaba de padrino.

            En Olavarría al 500, en veredas opuestas, coexistían dos clubes bien disímiles que por mera casualidad utilizaban el rojo y el blanco en sus divisas. En la impar estaba el arcaico bar LA PALOMA cuna del cuadro futbolero que así llamado participaba de los torneos organizados por los beneméritos sacerdotes salesianos, en los patios de la Parroquia San Juan Evangelista. Su divisa, idéntica a la del Club Estudiantes de La Plata.

            Allá por los años setenta, en una de las habituales escaramuzas a las que nos sometían los militares y que consternaban a la población entera, el “Gordo” Ignacio Gadaleta, dueño del boliche, acatando el edicto que prohibía el expendio de bebidas alcohólicas, le negó su pedido a un cliente y éste, al considerarse ofendido, no halló mejor manera de lavar el hipotético agravio  que asesinándolo a sangre fría.

            En la acera par se afincaban “LOS DANDY´S” cuyos adeptos, aunque privilegiaban los juegos de salón tenían su equipo de fútbol con camiseta de fondo rojo y gruesa banda blanca cruzándole el pecho. Contó entre sus socios a fulgurante estrella Armando “Banana” Farro, campeón en 1946 con el C. A. San Lorenzo de Almagro e integrante del fantástico terceto Farro, Pontoni y Martino. Al firmar “Banana” el contrato con “Los Santos de Boedo”, les donó la vestimenta completa.   

            En el empalme de Irala y Olavarría un elegante broquel anunciaba que allí desarrollaba su cometido el club “AMOR Y PROGESO”. Donde alternaron el back Carlos Miguel Spinelli y el centro forward Humberto De Luca ambos del C. A.  Chacarita Juniors.

            En Lamadrid 271, el 11 de noviembre de 1938, surgió el Club “LAMADRID” su divisa reproducía a la del Club Estudiantes de La Plata. En su espaciosa sala se organizaban distintos eventos.

            En épocas pretéritas, ejerció su labor de fotógrafo de sociales el hoy afamado empresario gráfico y televisivo Héctor Ricardo García. El socio Enrique Capotondo, reportero del diario “Crónica”, fue el único de sus colegas argentinos presente en Tokio (Japón) la noche del 12 de diciembre de 1968 cuando Nicolino Locche “El Intocable” se consagró campeón mundial de boxeo de la categoría welter junior en el noveno round, tras propinarle brutal paliza al púgil nipón Paul Takeshi Fuji.

Sobre la misma manzana del club “LAMADRID”,  en el ensamble de Olavarría y Necochea, otro café, el “DALMACIA”, así calificado por la región croata al oeste de Yugoslavia y acorde al sinnúmero de hijos de esa región que habitaban la zona, albergaba el club que tuvo su apogeo en el amanecer de la década del cincuenta cuando por un par de años constituyeron ruidosa murga. Su llamativa camiseta era a rayas verticales amarrillas y rojas.   

           
Los vecinos del barrio con mordaz terquedad sostenían a Olavarría como su calle Florida y en el 449 de esa seductora arteria funcionaba el “CLUB SOCIAL DE LA BOCA.  Y honrando la denominación entre sus paredes se reunía lo más fetén de la burguesía boquense junto a otros que, acorde al batir de la lírica poesía de don Francisco García Jiménez, “sus brillos se quemaban con las primeras luces del sol”.

            Se ofrecían recitales y exposiciones culturales y artísticas, amén de dilatadas partidas de póquer o codillo.

            En sus mesas con sumo boato se servían suculentos banquetes agasajando a las planas mayores de los buques de guerra que en cada festejo patrio fondeaban en la Vuelta de Rocha. Tiempos idos en los que la Armada atesoraba la sabia manía de recapitular que el heroico marino irlandés Almirante Guillermo Brown, en ese fascinante rincón de la ribera boquense, había volcado la simiente de nuestra Flota de Mar.     

Al 502 de Suárez en su acople con la de Martín Rodríguez, desde el año 1952 copaba la banca el club “ESPERANZA” cuya casaca, verde y blanca, remedaba a la del C. A. Banfield. Su equipo de fútbol era otro de los animadores del vecino patio de los curas, ya mencionado. En las familiares milongas de sábados y domingos la juventud danzaba al ritmo de los discos de pasta.

            El socio Sabino Bartolli, en busca de nuevos horizontes para sus aspiraciones futbolísticas emigró a Colombia y al Perú. En Lima se consagró como director técnico del Sporting Cristal.

Y retornó al terruño la noche del 17 de marzo de 1971 encabezando la delegación del equipo peruano. En La Bombonera sobre el final del partido y cuando el empate en dos tantos descalificaba a la escuadra local de sus pretensiones de imponerse en la Copa Libertadores de América los jugadores, salvo tres, se trenzaron a trompada limpia protagonizando mayúsculo escándalo.

¡Y miren que incongruencia! A escasas tres cuadras del estadio sus viejos camaradas, mayoritariamente hinchas fanáticos de la escuadra azul y oro aguardaban ansiosos su llegada al club para homenajearlo con cordial ágape, para el cual se habían agotado todas las invitaciones.

            En el difundido vals “Quemá esas cartas” el flaco Alberto Morán vocalista de la orquesta del maestro Armando Cupo arrancaba los suspiros de las pebetas, las lágrimas de las jovatas y de los varones la admiración por su voz y la envidia por su pinta. Su autor, Alberto Cosentino,  lo concibió en su mostrador.
           
Al momento, sencilla cerámica ubicada encima del gigantesco afiche promocional del negocio de lubricantes que allí trabaja pregona “ÉSTA ESQUINA EVOCA EL RECUERDO DEL CLUB ESPERANZA”.               

En la otra cuadra, al 637 de Suárez, los muchachos se solazaban en el club “EL TRAPITO”. Instituido el 1° de marzo de 1935. Además de su equipo de fútbol contaba con su propia murga. Su camiseta era similar a la del Racing Club.  Y haciendo honor a su nombre le pasaron el trapo a todas sus colegas barriales cuando con el N° 33160 sus socios acertaron el “Gordo” de Navidad de la Lotería Nacional del año 1949.

Al frente del inmueble de Brandsen 633 lo adornaba estilizada silueta femenina en singular pose conocida por la “TRINACCHIA”: una mujer con tres brazos formando un triángulo simbolizando la geografía de Sicilia.

Posteriormente fue la sede social del club “MANLIO ANASTASSI” patrocinado por los empleados, boleteros e inspectores del C. A. Boca Juniors y en honor a su ex presidente y miembro de una de las familias de rancio abolengo.

A la farmacia de Benito Pérez Galdós 301 le impusieron el nombre de “ANASTASSI”.

El doctor Leónidas Anastassi (1890-1940). Abogado y catedrático universitario especializado en derecho laboral. Fundador de las editoriales jurídicas La Ley y “Jurisprudencia Argentina”. Diputado nacional por la U.C.R. Actuó en muchos entes zonales. A pesar de sus indiscutibles méritos, cuando en el barrio se menciona a los Anastassi, surge el nombre de Manlio por su ceñida vinculación con Boca Juniors.        
   
En tiempos remotos las calles de La Boca fueron bautizadas en su gran mayoría por nombres de ríos de nuestro vasto mapa hídrico. Al CLUB ATLÉTICO CARCARAÑÁ” lo fundaron en 1938.

El azul marino, su gama distintiva, resaltaba en el escudo de su magno salón de la Avda. Almirante Brown 634. Es justicia enfatizar la originalidad de sus dirigentes en la elección de su camiseta pues no la copiaron de ninguna otra institución. El baldío que utilizaban de campo de deporte emplazado Necochea al 600 entre 20 de Setiembre y Arzobispo Espinoza. Los que peinamos canas, al memorarlo, es fácil que se nos caiga furtiva lágrima pues en ese irregular terreno despuntábamos el ansia trunca de jugar en primera división.

El CLUB SOCIAL CULTURAL Y DEPORTIVO “BOHEMIOS”  nacido el 9  de julio de 1938, sus colores son negro y amarillo similares a los del club  uruguayo “Peñarol”. Su magnífica construcción de Necochea 948 se erige como el postrer bastión que justifica el título del presente trabajo, con sus puertas abiertas a la colectividad barrial y metropolitana.

            En sus canchas de papi fútbol se disputan toda clase de competencias deportivas diurnas y nocturnas. Fueron y son célebres sus bailes. Y hoy cobija a varios centros de jubilados.    
             
Luis Natalio Talierso, alias “Biyu”, (1912-1991), funcionario del Colegio Industrial Otto Krause, posee un histórico récord difícil de eclipsar: fue su primer presidente hasta el día de su fallecimiento. Lo sucede en el cargo José “Pepe” Giancaspro, Secretario General del Gremio de los Capataces Portuarios.

EL CLUB ATLÉTICO BOCA JUNIORS”, excelsa gloria del deporte argentino que el 3 de abril del 2005 celebró su centenario. Entidad que en más de una oportunidad ha encabezado los raiting de la F. I. F. A. y que compite el liderazgo ecuménico con las más prestigiosas instituciones europeas y americanas y asimismo con su eterno rival el C. A. River Plate.

Su estadio lleva por nombre el del presidente de mayor extensión en el cargo, Alberto J. Armando, aunque propios y extraños llaman con cariño o bronca “LA BOMBONERA”. A su parcialidad le aportaron el mote de “El jugador número 12” y se  garantiza que su masa partidaria es la mitad más uno de la población.

“Jugador número 12”: recordemos el origen de este título para homenajear al legendario Victoriano Caffarena, gran boquense que en la gira de 1925, se pagó el viaje para acompañar a los muchachos del plantel.

Por ese motivo, los jugadores lo coronaron como “Jugador número 12”. Y además se dio el gusto de recibir en su casa para su estreno a J. Fernández Blanco e Ítalo Goyeneche, autores de letra y música del Himno oficial del club.       

Su prístina sede estuvo situada, hasta 1952, en la Avda. Alte. Brown N° 962, en el que fuera el palacio que ordenó alzar el político mitrista don José “Pepe” Fernández y que irónicamente no alcanzó a habitar. Es importante destacar que la mayor cantidad de metros cuadrados sobre la mismísima, avenida los ocupaba la biblioteca a la que concurríamos todos los estudiantes.   

Por razones de fácil o ardua elucidación sus fanas con renovado brío se vanaglorian de que jamás abandonó su humilde condición de club de barrio.       

El “DARLING TENNIS CLUB”, pionero del llamado deporte blanco, fundado el 11 de abril de 1918.

Tuvo su asentamiento en el solar de la Avda. Almirante Brown 250 que ahora ocupa el Hospital Cosme Argerich y es motivo de orgullo para La Boca su actual  finca de la calle Brasil 50. 

Su predio de cerca de 3 hectáreas es por sus dimensiones el segundo en rango, tan sólo superado en el barrio por el del Club Atlético Boca Juniors.

El primer presidente fue el señor J. G. Castagnola y actualmente el doctor Juan José Fornasari. En sus court de ladrillo jugaron profesionales de jerarquía, Guillermo Vilas y José Luis Clerc.

En su adarga vemos un campo azul con una franja roja en forma transversal y en el centro en dorado las letras DTC. Lo representaron Guillermo Pérez Roldán y Patricia Tarabini. Y la señora Silvia Martorell, esposa del Dr. Arturo H. Illia, fue socia según consta en la fotografía que aparece en la página 46 del libro “Darling Tennis Club” del señor Juan Manuel Stagnaro.

En los albores del siglo XX, los abuelos de las inmediaciones relataban que allí había funcionado el último mercado de esclavos de Buenos Aires.

CIEN NOMBRES

Estos son los nombres de cien clubes algunos de los cuales similares a mariposas, de efímera existencia, no fueron más allá de la compra de las camisetas y la encandilada participación en eventual torneo: 3 DE FEBRERO; 5 Y 5; ALL STAR; ALMIRANTE BROWN; ALUMNI; ALVAR NÚÑEZ; A. M. I.; AMISTAD; ARA BERÁ; ASÍ NOMÁS; AVE FÉNIX; AL VER VERÁS; BRISAS DEL PLATA; CARA SUCIA, CASA AMARILLA, CATALINAS SUR; CAVERNÍCOLAS; CEPILLO Y GUADAÑA; CHINGOLOS; CHIROLA; COLUMBIA; CUCUMELO; DANTE; DEPORTIVO PITÓN; EL CHABO; EL CICLÓN DE CATALINAS; EL RELÁMPAGO; EL RINCÓN; ENFIERRADO; FARMACIA SANTA CATALINA, FARMACIA LEÓN, FARMACIA SAN PEDRO; FLEMA; FOGONAZO; FORTÍN CARBUNÍN; GABOTO; GARDEL; GULP; IBERLUCEA; JAMAICA; JUVENTUD; JUVENTUD BAR ORIENTE; JUVENTUD UNIDA; JUVENS; LA BAÑADERA; LA CALESITA; LA CANCHITA; LA COLONIA; LA MOROCA; LA RESACA; LA YUMBA; LIBERTAD; LOS COSACOS; LOS GAUCHITOS, LOS HALCONES, LOS MISMOS DE SIEMPRE; LOS NENES DE SUÁREZ Y GABOTO; LOS PUMAS; LOS ZORZALES; LUCERO DEL PLATA; MALDITA HERNIA; MAMADERA; MAMBORETÁ; MARTÍN FIERRO; MARTÍN RODRÍGUEZ; MINISTRO BRIN; MUGRE MOGA; C. A. NECOCHEA; OLIMPO; ONCE CORAZONES; PAN Y AGUA; PANTUFLAS; PASTA FRESCA; PATA SUCIA; PATRICIO REY; PEINE DE ORO; PELOTA DE TRAPO; PATORUZÚ; PERLA DEL PLATA; PLAZA; PURO FÚTBOL; RASTRILLO, PICO Y PALA; RIACHUELO; RIBERA; ROCHA, SAN MARCOS, SANTA LUCÍA; SEGUIME SI PODÉS; SPORTIVO DON CASTRO; SPORTIVO PARKER; TOCO Y ME VOY; TORCUATO TASSO; TORINO; TORMENTA; UNIDOS VENCEREMOS; VENTARRÓN; VETERANOS PROSTÁTICOS; VUELTA DE ROCHA.         
 
            Remedando al bíblico refrán que asevera que “no sólo de deporte vive el hombre”, no podemos ignorar a dos que enaltecieron las Artes. Y que para detallar las actividades por ellas desarrolladas necesitaríamos un espacio que sobrepasaría con creces los de la base del certamen.

            El “ATENEO POPULAR DE LA BOCA ideado el 7 de diciembre de 1926. Que luego de varias mudanzas adquirió la propiedad de Benito Pérez Galdós 315. Algunas de sus máximas autoridades fueron el erudito escritor don Enrique de Gandía, el poeta, Dr. Francisco Juan Póliza, el inigualable historiador de La Boca del Riachuelo, don Antonio J. Bucich y el actual, profesor Aldo Lazzari, hijo del maestro Alfredo Lazzari.
A sus habituales reuniones sabatinas concurrían destacadas personalidades y a todas ellas las sintetizaremos en exclusivo nombre: el fisiólogo Bernardo Alberto Houssay. Allí expusieron los más encumbrados pintores Benito Quinquela Martín, Víctor Cúnsolo, Marcos Tiglio, Miguel Diomede, Alcides Gubelini, Antonio Parodi y mil apellidos más.

Disertaron en su ambicionada tribuna médicos, escritores, directores de cine, actores, actrices, titiriteros, ensayistas, profesores de distintas cátedras, músicos, críticos, y para no caer en involuntarias preferencias, omitiremos sus nombres.

En el N° 6 del Año II de la revista “VIDA DEL ATENEO”  se publica la nota de puño y letra del Senador de la Nación Dr. Alfredo Lorenzo Palacios  expresando: “El Ateneo Popular de La Boca que conozco de su nacimiento, y una institución de cultura que hace honor al país” Bs. As. Junio/1938.  

La AGRUPACIÓN GENTE DE ARTE Y LETRAS “IMPULSO” fundada el 23 de marzo de 1940. De entonces mantiene su domicilio en Lamadrid 355. El pintor Fortunato Lacámera fue su primer mandatario, cargo que ocupó hasta el momento de su defunción acaecido el 26 de febrero de 1951.

A los postres de un ágape organizado a los pocos meses de su iniciación  el poeta Fernán Félix de Amador profetizó que ese era “El último rincón romántico que le quedaba a Buenos Aires”.

Don Antonio Porchia autor del libro “VOCES”, se sentaba en la puerta para tomar fresco y charlar con los vecinos quienes con seguridad ignoraban su condición de eminente filósofo.

En su preciado recinto colgaron sus telas geniales pintores: Raúl Soldi, Juan Carlos Miraglia, José Luis Menghi, José Desiderio Rosso, Fortunato Lacámera, Arturo Maresca; Vicente Vento; Antonio Berni; Juan del Prete; Pedro de Simone y Miguel Carlos Victorica. Y podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el escritor e historiador don José Pugliese, en su carácter de múltiple directivo, se convirtió en su alma mater. 

LAS MUTUALES

Y tal lo alegado en el antiguo adagio “La unión hace la fuerza”, los vecinos se congregaron en numerosas sociedades de Socorro Mutuo algunas de las cuales ya son centenarias y prosiguen brindando nobles beneficios a sus inscriptos. Es de lamentar que otras hayan quedado en el camino, víctimas de las vicisitudes económicas sufridas por la República Argentina.
           
Mencionaremos a las que perduran, unido a sus años de instauración: “Unión de La Boca(1877);La Verdi (1878); Sociedad Yugoeslava (1878); La Lígure (1885); Sociedad Española de La Boca (1892); Bomberos Voluntarios de La Boca, fundado el 2 de junio de 1884, la primera de su clase en América del Sur.

Esa fecha con el transcurrir de los almanaques se constituyó en el Día del Bombero Voluntario. Data que hasta la actualidad se celebra con toda pompa. Todas ellas poseen un Panteón en el Cementerio del Oeste, pauta exacta de la hidalguía de tan laudables sociedades y de la capacidad y honestidad de sus directivos.

2da. Mención
Concurso de
Ensayos Breves
“DE MI BARRIO”
18 de octubre de 2006                                                         

*Escritor e historiador boquense varias veces premiado en concursos y certámenes. Coautor junto a Antonio Nilo Pellegrino de "Boca Juniors: Cien años de pasión y de gloria". Presidente de la Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo


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Un comentario hasta el momento.

  1. Anónimo says:

    que emocion leer tantos nombres ligados a mi infancia,

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